El estudio fue realizado por expertos de las universidades de Harvard y California, en los Estados Unidos, y concluyó que la obesidad es un fenómeno "socialmente contagioso", es decir que si un amigo o familiar engorda, es muy probable que uno suba también de peso.
Según publicó el sitio La Gaceta, la investigación se basó en el seguimiento de 12.067 personas, y de otras 38.611 vinculadas a éstas, durante 32 años (entre 1971 y 2003).
Los resultados arrojaron que los amigos en primer lugar y los hermanos del mismo sexo en segundo tienen una mayor influencia en la ganancia de peso que el cónyuge o los vecinos.
Los investigadores explicaron que las personas que pasan más tiempo juntas tienden a tener hábitos alimentarios y de ejercicio físico similares. Además, la imagen habitual de un allegado obeso modifica la percepción de los analizados de lo que realmente es tener un peso saludable.
Josefina Corzo, jefa de la División Nutrición del Sistema Provincial de Salud (Siprosa) de la provincia de Tucumán, opinó que si bien es cierto que hay aspectos sociales que inciden en la conducta, "no son los únicos factores intervinientes". Recordó que también influyen en la obesidad rasgos biológicos y genéticos.
La difusión de los resultados de este estudio generó polémica a nivel internacional, sobre todo entre las personas que sufren de obesidad, que los consideraron poco serios, infames y discriminatorios.
La idea de "contagio social de la obesidad" se relaciona con la instalación de malos hábitos alimentarios en la sociedad que comienzan a verse como "costumbres". Entre ellos se destacan la comida rápida y las dietas hipercalóricas en general.
"El hecho de que muchos lo hagan no significa que sea lo mejor", afirman los especialistas. Es por ello que recomiendan:
1) Fortalecer la propia determinación: entender que los malos hábitos alimentarios, incluidos los familiares, dañan la salud. Hay que fortalecer la propia determinación de elegir alimento correcto.
2) Tomar decisiones en forma independiente: al ser conscientes de que el entorno social y cultural condiciona pero no ayuda, hay que tomar decisiones en forma independiente de las presiones socioculturales.
3) Planificación personal: es necesario plantearse de antemano la conducta a seguir en una determinada situación o reunión social, eligiendo por ejemplo qué comer y beber, y ensayar respuestas cordiales para rechazar las presiones de comer un poquito más.