Es la historia de un emprendedor. Lucas Gilo aprendió peluquería, en sus comienzos, por You Tube. Vendió su coche y decidió abrir una peluquería.
Vecino de Olivos, Buenos Aires, Argentina, que logró ser reconocido en el barrio por abrir su propia barbería y crear novedosos looks. "La idea surgió porque yo era fanático del reggaeton y quería cortarme el pelo como los cantantes de ese género. Como ninguna peluquería de la zona lo hacía, me compré mi propia máquina y empecé a hacerlo solo", declara al periódico Clarín.
“Renuncié a mi trabajo, vendí todo lo que tenía, incluyendo mi auto e invertí en esto”, recuerda el dueño de “Mandale Flow”, la barbería que nació en una galería de Munro y que hoy tiene cinco sucursales distribuidas entre Vicente López y San Isidro.
Atento a cada detalle, ‘Mandale Flow’ no es un nombre al azar, es un código de la jerga urbana que significa algo así como ‘ponle estilo’”.
De un día para el otro, los jóvenes y adolescentes que pasaban horas esperando su turno para entrar en Mandale Flow.
Sin embargo, cuando el barbero de 25 años creía haber logrado lo que quería, su éxito creció aún más.
“Me empezaron a contactar los representantes de mis ídolos para que trabaje con ellos. Fue muy loco porque yo empecé en esto por sus cortes y ahora ellos me eligen a mí para que me haga cargo de su pelo”, dice.
Cantantes como ‘J. Álvarez’, ‘Ecko’ o ‘Brytiago’ fueron los primeros en confiar en las manos de Lucas Gilo pero, a partir de entonces, los llamados no cesaron y el local se convirtió en un desfile de personalidades reconocidas internacionalmente.
Pero, Lucas todavía tenía un sueño por cumplir: "Trabajar con Paulo Londra, su trapero favorito", ha confesado a Los Andes.