El pasado mes de febrero, los salones estadounidenses bajaron la persiana por culpa del Covid-19. Un cierre que perjudicó a los usuarios, cuyo mantenimiento de su imagen pasó a un segundo plano, y por supuesto a peluqueros, estilistas, gerentes y propietarios de estos establecimientos. La preocupación crecía a medida que el parón se prolongaba en el tiempo, de forma que pasaban los meses sin ingresar un dólar ni atender a un solo cliente.

Los ingresos por tarjetas de regalo aumentaron un 41,3% si se comparan con el segundo trimestre del año 2019.

Sin embargo, durante ese periodo tan crítico, una buena parte de los salones se mantuvieron a flote gracias a las tarjetas regalo. La falta de efectivo o cash se cubrió gracias a esta alternativa. Según Kline Pro Usa, base de datos interactiva que rastrea el rendimiento de los productos y servicios minoristas de los salones de belleza, el valor medio de una tarjeta de regalo pasó de 30,74 dólares en febrero a 132,45 en marzo y alcanzó la friolera de 257,75 dólares en abril.

Buena opción también durante el segundo trimestre

Y llegó el mes de mayo. Los salones retomaron la actividad, aunque los clientes prosiguieron con este recurso promocional durante el segundo trimestre. En consecuencia, los ingresos por tarjetas de regalo aumentaron un 41,3% si se comparan con el segundo trimestre del año 2019. La opción de las tarjetas regalo aportó efectivo, pero también dio esperanza al personal de la peluquería: tenían claro que cuando volvieran a trabajar, los usuarios regresarían para canjear las tarjetas regalo, comprar sus productos favoritos y reservar cita para otro día.









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